jueves, 19 de noviembre de 2009

Un Ferrari del Siglo XVIII

Este carruaje permanece expuesto en el patio de la casa solariega del ilustre linaje de los Azara dieciochescos en Barbuñales (Huesca). José Nicolás, embajador en Roma; Eustaquio, arzobispo de Barcelona; y el famoso Felix, naturalista precursor de la teoría evolucionista de Darwin. La casa y las fincas siguen perteneciendo a los descendientes quienes, claro, viven en Madrid y siguen explotado la tierra legada por sus ancestros. Fue el administrador del patrimonio de la familia, quien al visitarla me dijo que la había comprado en Roma José Nicolás, gran amigo de Pedro Pablo Abarca de Bolea, conde de Aranda, para utilizarla en el regreso de su embajada ante el Vaticano tras treinta años de servicio, ya como Marqués de Nibbiano, título que le concedió Carlos III, entre otras cosas, por su excelente gestión para conseguir que el Papa firmara la Orden de supresión de los jesuitas en 1773. Y ahí sigue, hermosa pieza de museo de historia.
Puedes imaginarlo viajando por caminos embarrados en medio de condiciones climatológicas imposibles, y piensas que por más que fuese un deslumbrante Ferrari de la época, los viajes debían ser agotadores y penosos.
Fue José Nicolás de Azara un diplomático vitalista, incansable viajero que acabó su vida en la embajada de París en 1803, donde fue enterrado. Aficionado al arte y buen coleccionista, gran amigo de Antón Raphael Mengs, quien realizó un excelente retrato suyo.

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