lunes, 30 de agosto de 2010

Los últimos actos


"La historia de Roger Casemont nos enseña que por mucho positivo que uno haga en la vida, su imagen quedará determinada por lo que sean sus últimos actos".


Mario Vargas Llosa


Roger Casemont fue un diplomático británico, comisionado para investigar los crímenes de Leopoldo II de Bélgica en el Congo. Joseph Conrad capitaneaba el barco con el que remontaron el gran río durante su pesquisa. Conectaron enseguida, y con sus revelaciones sobre el horror el gran novelista construyó "El corazón de las tinieblas". Homosexual sin salir del armario y nacionalista irlandés, fue acusado en juicio de proporcionar armas a las independentistas irlandeses, y ejecutado por ello en 1916. Insobornable defensor de los Derechos Humanos y hombre de gran vitalidad, es el personaje en que basa Mario Vargas Llosa su próxima novela todavía sin publicar con el título "El sueño del celta". Recojo la frase por la aplastante verdad que encierra y a modo de recordatorio.

martes, 24 de agosto de 2010

Ingenii largitor venter (El hambre agranda el ingenio)


Los hombres no quieren vivir la religión, quieren vivir en un mundo legendario.

Pedro Soto Astiz, escritor

Reflexión suscitada a mi amigo Pedro durante una visita a monasterios e iglesias ortodoxas en Rumanía.
Podemos pensar que el estómago vacío o la líbido a tope, también alimentan siempre el ingenio, del mismo modo que las leyendas han alimentado siempre muchos estómagos atormentados y crujientes. Aunque particularmente pienso que el ser humano en general, ha necesitado desde siempre nutrir su vida interior con esa levedad posibilista de la leyenda, que lo lleva al suculento misterio indescifrable y a su placer intelectual. Los gurus verdaderos, avatares, iluminados, bodhisattvas, grandes almas, gigantes de la espiritualidad que están por encima del hambre y del coito son los menos. La inmensa mayoría estamos por la leyenda y la gula voluptuosa.


Otra frasecita:

"No sé con qué armas se combatirá en la III Guerra Mundial, pero sí sé cómo se hará en la cuarta: con palos y piedras".

Albert Einstein

sábado, 14 de agosto de 2010

Toison de Oro para el Conde Aranda


En el año 1755 un gran terremoto estremeció toda la costa de Portugal, alcanzando sus temblores hasta la ciudad de Cadiz. Lisboa quedó prácticamente destruída, y la población seriamente mermada por la gran mortandad. La Familia Real portuguesa huyó a uno de sus sitios de descanso del interior en la más absoluta de las penurias económicas, dependiendo de su servidumbre, incluso para conseguir alimentos precisos para la subsistencia. La Reina de España, Doña Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, pertenecía a esa desventurada Familia Real, de manera que entonces el Rey designó Embajador en Lisboa a Pedro Pablo Abarca de Bolea, X conde de Aranda y uno de los nobles más ricos y poderosos del país. Y hacia Lisboa partió el Conde con 56.000 reales como cincuenta y seis mil soles de su propio pecunio, que aliviarían la situación de los pobrecitos descendientes del Maestre de Avis. Una vez solventado el problema, Abarca de Bolea, harto de contemplar ruinas, miseria y enfermedad, regresó sin perder demasiado tiempo a su acogedor palacio de Madrid. Fernando VI le recompensó con la concesión de la dignidad de Caballero de la Orden del Toisón de Oro por su arriesgada misión. Dignidad que por otra parte el todopoderoso Conde anhelaba añadir a su colección. Y así pasaba a engrosar la lista de eminentes caballeros, siendo el que hacía 750 de ese elenco de eminencias caballeriles, que comenzó en 1429 Felipe III el Bueno, Duque de Borgoña y Conde de Artois, soberano de la Borgoña, quien fundó a imitación de la Orden de la Jarretera inglesa la suya propia, bajo el lema que llevaba en su escudo de armas: "Ante ferit quam flamma micet" (Hiere antes de que se vea la llama). Una de las teorías sobre el significado de la simbología de la figura que se representa en el collar de la Orden, es relativa al cordero llevado al sacrificio, que describe la historia bíblica de Gedeón; hay otra que se refiere a la historia de Jasón y el vellocino de oro. La cuestión es que al Conde de Aranda colgarlo en su aristocrático cuello le costó 56.000 reales, además de andar arrastrado y baqueteado unos meses por infames caminos polvorientos: todo en esta vida tiene su precio.
El Gran Maestre de la Orden es el Rey de España, y la última concesión fue hecha por Juan Carlos I en 1999 a Adolfo Suarez Gonzalez, duque de Suarez y ex-Presidente del Gobierno de España.