martes, 1 de diciembre de 2009

Sinergias para una historia



Inicio del Canal de Zaidin.
Compuertas del Canal Aragón y Catalunya, en el fielato donde parten las aguas que riegan miles y miles de hectáreas de La Litera y Bajo Cinca, para dejar las restantes que discurran hasta la comarca del Segriá en Catalunya.


Estas aguas vienen del pantano de Barasona, cerca de Graus, villa de Joaquin Costa, el gran lider del regenaracionismo español de finales del XIX e impulsor decidido de esta maravillosa y fructífera obra de ingeniería hidráulica; el sifón del Sosa, para salvar un desnivel unos kilómetros más arriba, fue una construcción pionera en la Europa del cambio de siglo pasado. La llegada del canal produjo una convulsión económica y social en la vida de aquellos agricultores, y aumentó el bienestar de miles de personas que habitaban aquel desolado paraje; también transformó radicalmente los medios de producción agraria, y hasta hoy en día, que alimenta los miles y miles de máquinas de riego (pivots) que producen un gran rendimiento de toda clase de bienes alimenticios.
La primera vez que oí el nombre de Costa fue en boca de mi padre, cuando era un niño de primaria, y recuerdo el reverencial sonido de su voz: "Aquel hombre decía que el agua de los ríos vertida al mar, va perdida. Hay que aprovecharla". Y como en tantos niños aragoneses se forjó en mi mente el mito Costa, que persiste y aumenta cada día. "Escuela, despensa y doble llave al sepulcro del Cid", el lema jocundo y hondo del grausino indomable, sonaba en mis oídos adolescentes, atenazados por la sordina del franquismo, como una luminosa y esperanzadora música revolucionaria.
Salvando las diferencias del tiempo que les ha tocado vivir, y claro, el origen de su nacimiento: el décimo Conde de Aranda, Joaquin Costa, y mi padre son tres sinergías que juntas me han impulsado a forjar esta historia; envuelta, obviamente, en el celofán del glamour mundano del Conde y sus espias, que sin duda y seguro persiguiéndolo, fue el precursor de los otros dos.

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